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¿Qué te motiva a moverte?

Piensa en el lugar en donde estás en este preciso momento. Estás ahí, leyendo esto. Puede que sea un lugar relativamente cómodo, por eso no te moverás de ahí por un rato, al menos hasta que pasen una de dos cosas. Que algo te empiece a incomodar o que de pronto quieras estar en otro lado o hacer otra cosa más placentera. Es decir, te moverías para alejarte de algo molesto o para acercarte a algo más cómodo o deseado. Alejamiento o acercamiento; una manera de describir dos polos de la motivación. Ya nos lo ha dicho el Budismo desde hace mucho tiempo, que “todos los seres quieren ser felices y dejar de sufrir”, así que si tomamos esto por cierto, lo que nos mueve es querer estar bien y libres de dificultades. Esto ya sea alejándonos de lo que nos hace sufrir o acercándonos a lo que nos da placer o satisfacción.


Todos nos movemos un poco de ambas formas, pero en general podríamos decir que cada uno se puede identificar principalmente con uno de los dos caminos para decidir moverse. Por ejemplo; aquellos que se motivan más por el alejamiento, no se moverán si se sienten cómodos y pueden evitar problemas (lo ideal con los problemas es evitarlos para no tener que resolverlos). No tiene para ellos mucho sentido moverse si así están bien, así que podemos decir que su vida tiende a ser más bien estable y su zona de confort un sitio que no suelen pensar en dejar, a menos que sea necesario. Es evidente que a ellos tampoco les gusta sufrir, así que se moverán de alguna manera para evitar, resolver o reparar cualquier situación que les provoque molestia o incomodidad y alcanzar ese deseado estado de paz, balance y equilibrio, lo más pronto posible.

Por otro lado están aquellos que, sin sentirse necesariamente mal en el lugar o situación en que se encuentran, se quedan un tiempo hasta que empiezan a desear “algo más”. Siempre habrá una nueva cima que conquistar, así que su motivación está generalmente más allá del momento presente y del lugar donde están. Les mueve la curiosidad, la novedad y a veces hasta la aventura. No es que sean inherentemente arriesgados, sólo que lo que los motiva es el acercamiento a mejores estados.

Sabiendo que existen diferencias entre estos dos estilos, no podemos decir que uno sea el “malo” y el otro el “bueno”. Cada uno tiene ventajas y desventajas, así que creo que puede ser oportuno identificar cuál es el método que solemos usar para movernos, que incluso podría ser uno u otro según la circunstancia; es decir, alguien podría ser más de acercamiento (por ejemplo al éxito) en lo profesional y de alejamiento (por ejemplo a los problemas) en lo familiar. Como he dicho, no se trata de definir qué método es mejor, sino cómo te funciona a ti cada uno y cuáles podrían ser algunos de sus pros y contras.


Si te inclinas hacia el alejamiento

Quedamos que en este caso lo que te motiva es alejarte del sufrimiento y de los problemas lo más pronto posible. Los problemas te empujan a moverte.

Pros

● Este estilo te ofrece estabilidad y te mueve a resolver rápidamente situaciones problemáticas o incómodas. Desarrollas una especie de radar para los problemas y actúas para que no se hagan más grandes, ya sea mediante la reparación de la situación o tu alejamiento de la misma para llevar la fiesta en paz.

● Te puedes comportar de manera muy cuidadosa cuando se trata de planear algo, porque justamente vas a considerar todas las posibles implicaciones que podrían generar problemas a futuro. Es muy conveniente cuando ser cauteloso ayuda.

Contras

● No sería imposible que te fueras haciendo con el tiempo cada vez menos adaptable. Como cada cosa que te molesta la dejas o te sales, te suele faltar práctica para afrontar las cosas que de momento no se pueden dejar o resolver, como una pandemia por ejemplo. Esto podría producirte ansiedad o depresión, ya que te impediría hacer lo que mejor sabes hacer; escapar de los problemas.

● Puede que empieces a volverte un tanto conformista y rutinario. Como lo conocido te resulta cómodo, no le ves mucho caso a probar cosas nuevas. El cambio no suele ser lo tuyo y prefieres mantener las cosas como están si no molestan o dan lata. En un extremo de este estilo podrías ya no ambicionar conocer lugares, personas o experiencias distintas por considerar que no lo necesitas o que incluso hacerlo podría desbalancear tu mundo y vida ya equilibrados. En este caso una situación de confinamiento a ti sí que te vino “como anillo al dedo”, porque así puedes justificar tu claustrofilia. Esto es especialmente cierto si por el momento tu situación económica, por ejemplo, no resulta un problema apremiante.

● Por alejarte rápidamente de los problemas podrías no tomar en cuenta todas las implicaciones de las opciones o alternativas que tienes. A veces por salir de “Guatemala”, podrías acabar en “Guatepeor”, dicen por ahí. Esto porque te queda mucho más claro dónde o cómo ya no quieres estar que hacia dónde quieres ir. Cualquier lugar es bueno si en él puedes encontrar al menos temporalmente un poco de paz o alejamiento de lo que ya no te estaba gustando.

● Te puedes convertir en una persona evitadora de conflictos y, sin querer, genera el efecto opuesto al que estás buscando. Cuando se tiene la tendencia a evitar, eso es precisamente lo que se suele hacer: evitar, especialmente cuando no se encuentra la manera de resolver. Esto puede hacer que se acumule lo que sea que incomode “debajo del tapete”; es decir, donde ya no se pueda ver porque la idea es que “no moleste”. Eso hará que entonces te alejes a cualquier precio y sin importar mucho los efectos a largo plazo, que uno de ellos bien podría ser que un día todo reviente. Imagina esto en una relación, un trabajo o un negocio en el que has invertido mucho. No sería complicado para ti mandar todo al diablo a pesar del impacto afectivo o económico que pueda tener en tu vida. “No quiero broncas”, podría ser tu lema.

● Podrías comportarte como alguien poco empático. Por ejemplo, si tienes calor en el auto encenderás el aire acondicionado sin preguntar si eso molesta a los demás; lo que importa en el momento es resolver el calor. Si otro se queja le dirás que hace calor y que si no lo siente es que está mal. Si insiste, amenazarás con no volver a viajar juntos o, he conocido casos así de extremos, le pedirás a la persona que se baje de tu auto o te bajarás si es el suyo (a menos que estés en medio de la nada a mitad de la noche, lo cual se volvería un problema más grande que la discusión en sí misma y que, por lo tanto, evitarás al menos hasta llegar al destino).


Si te inclinas hacia el acercamiento

En este caso, como ya dije, lo que te mueve es la búsqueda de satisfacción, soluciones o placer. Esta búsqueda te jala.

Pros

● Puedes ser alguien muy bueno para innovar o mejorar en algo. No tienes que esperar a que algo se haga obsoleto o problemático para buscar repararlo; en su lugar te preguntarás cómo o qué puedes hacer para hacer la situación o experiencia aún mejor.

● Puedes ser alguien muy entusiasta y creativo y contribuir activamente en una sesión de lluvia de ideas.

● Te mantienes constantemente motivado para alcanzar tus metas y sueños.

Contras

● Por ser tan audaz podrías volverte alguien poco razonable. Tu entusiasmo podría cegarte y no escuchar razones para esperar o pausar. Desde tu perspectiva una oportunidad hay que tomarla ya o se escapará, aunque para tomarla debas soltar o dejar caer algo que ya tenías en la mano.

● Podrías parecer o comportarte de manera inestable. Como tienes tantas opciones y posibilidades, todas te parecerán atractivas mientras que ofrezcan algo mejor que lo que hay. Entonces te costará decidirte por alguna o cambiarás constantemente de una a otra, si no encuentras que eran mejores que la anterior.

● Te puedes volver alguien poco adaptable porque no te quedas quieto por siempre estar buscando algo mejor. Puede que no des el tiempo necesario para que una situación o una relación alcance su madurez y punto pleno. Especialmente si te la vives pensando que el pasto del vecino siempre es más verde.

Estos son sólo algunos ejemplos, así que no te dejes engañar por ver más o menos pros y contras en cada uno de ellos. La cuestión es darte cuenta cuál de estos estilos usas más, en qué contexto y si hacerlo te resulta útil o no. Lo Ideal, como con muchas cosas en la vida, es usar un poco de ambos en la medida, tiempo y contexto más adecuado para nosotros. Esto no sólo te permitirá conocerte mejor y evitar problemas, sino también incluso mejorar tus relaciones y hasta tus habilidades profesionales o laborales en cierto momento.

Por ejemplo, conocer el estilo de la persona que amas, ya sea una pareja o un hijo, te permitirá de alguna manera comprender su perspectiva y poder ser más empático con su forma de pensar, pero sobre todo validar su sentir. En otro ejemplo, hay quien usará un cubrebocas porque quiere evitar contagiarse mientras que otro lo hará principalmente porque quiere contribuir a la erradicación del virus. Unos buscarán viajar para alejarse de un trabajo estresante y otros lo harán por conocer un lugar nuevo. Habrá quien quiera tener un hijo para no estar en soledad y otro que lo desee para poder dar con él lo mejor de sí. Alguien seguirá las indicaciones médicas porque no quiere envejecer tan pronto y otro lo hará por verse más joven. Unos comprarán zapatos nuevos porque los viejos ya le molestan y otros porque quieren verse a la moda. Si le quieres vender comodidad al que busca moda y moda al que busca algo que le quite el dolor de pies, quizá no logres ninguna venta. ¿Me explico?

El camino del autoconocimiento nos ofrece lo mejor de ambos mundos; seguridad y satisfacción. ¿Qué más podríamos pedir?

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