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¿Cómo sustituir al miedo por confianza?

Actualizado: 18 feb 2020

Cuando nos planteamos al miedo en nuestra vida, en general lo primero que viene a la mente es algo que se supone que tenemos que vencer, dominar, derrotar o francamente evitar al hacer lo que sea necesario para “no tenerlo”. Esas también son las propuestas que se nos ofrecen cuando buscamos recetas o fórmulas para combatir al miedo. Es como si ser valientes o fuertes fuera un requisito indispensable para salir triunfantes ante cualquier situación que nos asuste. ¿Pero entonces cómo hacer si no nos sentimos fuertes, valientes o poderosos? ¿Y es de verdad valor lo que se necesita? Lo que es más ¿es derrotar al miedo la tarea para salir del otro lado de cada reto o situación que se nos presenta en la vida? Ya desde que nos planteamos vencer al miedo, da la idea de que se trata de un enemigo, un virus o algo maligno que nos acecha desde afuera. La realidad es que el miedo es parte de nosotros, de la vida misma y producto de la evolución de los humanos y de la mayoría de los seres vivos y sintientes. El miedo es necesario y su tarea es cuidarnos de aquello que es peligroso para evitar sufrir algún daño. La cuestión es que muchas veces tememos a cosas que no han sucedido, que no conocemos o que realmente no representan un peligro objetivo; es decir, catastrofizamos a veces un poco cuando dejamos que el miedo nos guíe en vez de acompañarnos y esto es porque conocemos realmente muy poco al miedo ya que en general no lo queremos ver. Al miedo lo hemos excluido del Yo público como si fuera algo propio de cobardes o débiles; incluso ya ni siquiera permanece en el Yo privado, como cuando hasta de los nuestros lo ocultamos o sentenciamos a nuestro hijos que “no deben sentirlo”. La familia, la sociedad y la cultura nos han obligado a arrojar al miedo hacia las profundidades de nuestro Yo secreto, relegándolo a las cavernas de la mente donde habitan todas esas cosas que decimos que nos debilitan o que alguna vez fueron objeto de crítica, burla o vergüenza.


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El miedo se hace presente, por lo general, como una voz interior que nos alerta o sensaciones y reacciones físicas que pueden ser muy desagradables y es natural que así sea, porque no podría alertarnos si fuera como un tenue cosquilleo detrás de una oreja. Como su tarea es cuidarnos, evalúa, por así decirlo, nuestra capacidad para hacer frente a distintas situaciones. Si considera que no somos capaces, hará lo necesario para que evitemos lo que cree que nos puede dañar. Si lo evitamos, entonces estamos confirmando al miedo que aquello era terrible o que nosotros somos incapaces y entonces “aprenderá” a que debe mantenernos alejados de lo que sea que nos cause miedo, ya sea una sombra, un ruido, un terremoto, hablar en público o algún insecto que camina por la pared. Para el miedo es peligroso todo lo que nos asusta porque eso le hemos enseñado; eso nos enseñaron en su momento. Hacernos los valientes no siempre funciona porque si alguna vez a través del valor logramos traspasar al miedo, no habremos aprendido nada de él ni él de nosotros; sólo habría sido el resultado de un salto con los ojos cerrados y un fortuito final feliz. ¿Entonces qué es lo que hace falta en realidad? Para muchos es efectivamente cerrar los ojos y arrojarse a ver que pasa, pero para la mayoría, entre los que me incluyo, la tarea es un tanto distinta. Se trata de establecer lo que yo llamo un “sistema de confianza”. Me explico a continuación.


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El sistema de confianza

Lo primero es saber que debemos confiar en el miedo. Confiar, como he dicho, en que nos va a alertar de lo que es peligroso. Si no confiamos en él nos podemos volver descuidados, como cuando bajamos una escalera sin tomarnos del pasamanos, conducimos el auto mientras manipulamos el celular o nos tomamos una selfie sin la prudencia necesaria de la que nos provee el propio miedo. Por cierto, mueren más personas en el mundo al año producto de accidentes al tomarse una selfie que por ataques de tiburones y no veo a nadie escuchando al miedo al manipular el celular y sí temer a los tiburones hasta en películas ¿por qué?. Porque, como ya dije, eso es lo que hemos enseñado al miedo a través de nuestros aprendizajes y creencias que se ven reforzados y reafirmados con nuestras reacciones. No hace sino cuidarnos de lo que le hemos dicho que es peligroso y dejarnos actuar con lo que no. Es entonces que viene la otra parte de este sistema de confianza; el miedo debe confiar en ti. Primero, en que le vas a ayudar a distinguir entre:


  • Lo que te asusta y no es peligroso.

  • Lo que te asusta y es peligroso.

  • Lo que es peligroso, pero no te asusta.


Esa es tu tarea, no la tarea del miedo. Podrías ayudarle a esto haciendo una breve lista de tres columnas en donde anotes distintas situaciones cotidianas que caigan en alguno de estos tres supuestos para que tenga nuevos aprendizajes y puedas confiar más en él.

Otra parte de este sistema de confianza consiste en que además el miedo y tú deben confiar en ti. Si no confías es natural que tengas miedo de muchas cosas, incluso de las que no son peligrosas. ¿En qué confiar? En que de alguna manera vas a buscar hacerte cargo de lo que pueda surgir, ya sea evitando lo que convenga (por ejemplo comer algo que no te haga bien), resolviendo lo que se presente (como cuando pagas recargos por un incumplimiento en vez de dejar que la deuda siga creciendo) o poniéndote a salvo (como cuando suena la alerta que anuncia un sismo o algún peligro). ¿Pero cómo saber si tienes la habilidad o no si no te acercas para averiguarlo?


El miedo te pone una línea que no puedes traspasar, pero es no implica que tienes que alejarte de esa línea tanto como puedas; al contrario. La idea es que te acerques a los confines de tu seguridad para observar aquello que no has querido ver y que está del otro lado. Es cuando llegas a esa línea, que divide la seguridad del peligro, que el miedo está atento para ver qué haces, que decisiones tomas y sólo hacerse presente si es necesario mientras aprende cuáles son tus alcances y capacidades. Si sales corriendo a la primera, aprenderá unas cosas de ti; si afrontas, aprenderá otras. Y se que es verdad que hay cosas que hay que temer; justo para eso está el miedo, para alertarnos y movernos a la acción. Confiar en ti implica que seas capaz de reconocer tus talentos naturales, desarrollar las habilidades necesarias y revisar tus viejas creencias acerca de ti y de lo que te asusta. No vas a aprender a confiar metiendo la cabeza en un agujero, a menos que hacer eso realmente te salve la vida en un momento dado.


Y no soy ciego al hecho de que muchas veces llegar a los confines de nuestro confianza implica tomar decisiones que van a tener inevitables consecuencias, pero hasta dejar de hacer algo las tiene ¿no es así?, y vivir con el miedo encerrado no hace sino incrementar nuestro terror a que un día se libere y nos posea (si no es que eso ya sucedió). Claro que siempre podemos hacer como que lo ignoramos, pero en algún momento, cuando estemos más distraídos o a punto de dormirnos, es inevitable escuchar su voz que nos llama y nos dice todas las cosas terroríficas y catastróficas que asegura que van a pasarnos. Es natural; él no conoce aún nuestros talentos y capacidades porque su única referencia son nuestras actitudes, conductas, creencias y aquellas voces de la familia, sociedad y cultura que hoy a magnificado y distorsionado. Entiendo que alguien me diría que de su infancia no recuerda sino voces de aliento y confianza por parte de sus padres y entonces no se explica cómo es que hoy vive con una sensación de miedo e insuficiencia. A veces a nuestro alrededor fueron creadas tantas expectativas, que justo el miedo a fallar y decepcionar empieza a hacerse latente al creer que se es incapaz de honrar con éxito y logros toda la confianza que depositaron en nosotros ¡qué vergüenza!


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La idea entonces es ir expandiendo nuestra zona de confianza acercándonos a los confines del miedo, pero sin exponernos a la zona de peligro

sin las precauciones y habilidades necesarias. Podríamos resumir lo dicho en una serie de pasos:


Conoce y reconoce al miedo. Inicialmente como un aliado que te cuida del peligro, pero que tiene mucho que aprender del tú que hoy eres. Nunca trates de eliminarlo; eso es peligroso.


Escúchalo, algo quiere decirte. Evalúa cada situación en donde te alerte y enséñale a distinguir lo que asusta de lo que es peligroso.


Reconoce tus talentos naturales que son los que te han hecho llegar hasta este momento de tu vida. ¿Cuáles son tus cualidades principales? Reconoce también tus limitaciones, que todos las tenemos, y aprende a convivir con ellas en lo que encuentras la manera de transformarlas en posibilidades. Finalmente, reconoce y espera las inevitables consecuencias de moverte y expandir tus límites personales. A veces el proceso de crecer asusta y es doloroso.


Desarrolla las habilidades que hagan falta y practica aquello que sea necesario para mejorarlas. Es difícil aprender a moverte en la oscuridad si siempre enciendes la luz ¿no es así?


Confía en que el miedo sabe como cuidarte y lo hará aún mejor cuando le enseñes cosas nuevas acerca de ti y de tus capacidades. Confía en que si no sientes tener los talentos necesarios, siempre puedes desarrollar nuevas habilidades de la mano de un proceso de aprendizaje y práctica. Confía en que, quizá aunque no sabes ni cómo ni cuándo, sea lo que sea que hoy te asuste de una forma u otra acabarás por encontrar la manera de resolverlo de la mejor manera posible.


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